«Yo Sylvia Kraus, ante Dios, por la presente alego que un arma desoladora, el veneno de hipopótamo, se está utilizando para aniquilar insidiosamente a hombres, las mujeres y niños. Este veneno está siendo mezclado en la comida, la bebida y el tabaco para simular ataques al corazón, cáncer, derrames cerebrales, etcétera. Para que no perezcamos desde dentro… detengan esta matanza».
El entrecomillado pertenece a la obra Veneno de hipopótamo (1965), del artista estadounidense Paul Thek (1933-1988). De cera, acero inoxidable y plexiglás, simula ser un gran trozo de carne de hipopótamo en una caja de plástico transparente. Está expuesta en el Museo de Arte Moderno (MoMA) de Nueva York, donde cuentan que se le ocurrió a Thek después de un verano en Sicilia y que conecta con la tradición cristiana de la veneración de reliquias.
Aunque el mensaje paranoico inscrito en el plexiglás estaba dirigido a la generación del creador, medio siglo después está más vigente que nunca. Ahí tienen a los conspiranoicos de los chemtrails, los antivacunas, los antiransgénicos… y los que vendrán.
Nota publicada en Magonia el 4 de abril de 2017.