«La Biblia describe el caso de una mujer con fiebre alta curada por nuestro Señor Jesucristo«. Así empieza un artículo que publicó el 21 julio el Virology Journal y que el director de esa revista retiró el 13 de agosto por no cumplir los criterios científicos de la publicación y basarse sólo en especulaciones sin fundamento. En el texto, Kam L.E. Hon, de la Universidad China de Hong Kong, y dos colaboradores especulan sobre la enfermedad que sufría la mujer, suegra de Pedro, cuya curación milagrosa a manos de Jesús narran tres evangelistas. Después de analizar lo que cuenta la Biblia, considerar que la sanación fue instantánea y descartar cualquier implicación demoniaca a partir de la sintomatología, concluyen que pudo ser gripe. El artículo, titulado «Influenza or not influenza: analysis of a case of high fever that happened 2000 years ago in biblical time» (Gripe o no gripe: análisis de un caso de fiebre alta ocurrido hace 2.000 años en tiempos bíblicos), es un delirio de principio a fin.
Tras esa primera frase que ya lo dice casi todo -empezando por esa mayúscula de Señor-, la primera cita bibliográfica corresponde a la Biblia porque ¡la única fuente de los autores son los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas! Hon y sus colaboradores destacan, por ejemplo, que «Lucas no cuantifica la fiebre porque la escala Fahrenheit de temperatura no se inventó hasta 1724». Vaya, ¡qué pena! «La Biblia describe que, cuando Jesús tocó a la mujer, la fiebre desapareció instantáneamente», prosiguen, y deducen de ello que «eso implica que la enfermedad no era probablemente una infección bacteriana aguda grave (tal como una septicemia) o una endocarditis subaguda, que no se resolvería de manera instantánea. No se trataba probablemente de una enfermedad autoinmune como el lupus eritomatoso sistémico con afectación de múltiples órganos, ya que la Biblia no menciona ninguna erupción cutánea o afectación de otros órganos. La curación instantánea también hace poco probable una etiología maligna subyacente. Parece que el posible diagnóstico es una enfermedad aguda infecciosa autolimitada. La breve duración, fiebre alta e interrupción brusca de la fiebre hacen que sea probablemente gripe». Impresionante, ¿no?
Los autores admiten la curación instantánea de la gripe gracias a la intervención milagrosa de Jesús; aunque, paradójicamente, restan poder mágico al fundador del cristianismo porque vienen a decir que no habría resuelto con la misma celeridad otras dolencias más graves. ¿Es que no se acuerdan de que, según los Evangelios, Jesús devolvió la vista a ciegos y resucitó a muertos? Lo que resulta tranquilizador es que, con el mismo rigor que concluyen que lo que sufría la mujer de ese episodio bíblico era gripe, descartan la intervención demoniaca. «Una consideración final que uno podría hacer es si la enfermedad era causada por un demonio o diablo. La Biblia siempre dice si una enfermedad es causada por un demonio o diablo (Mateo 9:18-25, 12:22 y 9:32-33; Marcos 1:23-26, 5:1-15 y 9:17-29; y Lucas 4:33-35, 8:27-35, 9:38-43 y 11:14). Las víctimas tenían a menudo lo que parecían convulsiones cuando se expulsaba al demonio. En nuestro caso, no se indica ninguna influencia demoniaca y la mujer no tiene convulsiones o sintomatología residual». Amén.
Los tres firmantes de este disparate -Kam Le Hon, Pak C. Ng y Ting F. Leung- trabajan en el departamento de pediatría del hospital Príncipe de Gales de Hong Kong. Da miedo pensar qué pasa por sus cabezas cuando se enfrentan, por ejemplo, a una epilepsia infantil. Les recomiendo que lean el original y comprueben por sí mismos hasta qué nivel de incompetencia pueden llegar no sólo algunos médicos, sino también los responsables de algunas revistas científicas. Porque este artículo, de cuya existencia me he enterado a través de Benjamin Radford, redactor jefe de The Skeptical Inquirer, nunca tenía que haberse retirado porque nunca tenía que haberse, siquiera, considerado su publicación. Radford apunta que, al hacer lo que ha hecho, Virology Journal se asemeja a revistas como Mad y The Onion. Yo creo que se pone a la altura de Más Allá, Enigmas y compañía.
Nota publicada en Magonia el 30 de agosto de 2010.