
Dave Shealey asegura que sólo hay entre siete y nueve ejemplares de la especie en los Everglades, y recomienda prudencia, sobre todo, a las mujeres. Advierte que el mono mofeta se siente atraído por el olor de la menstruación y también por la ropa interior femenina usada. Supongo, claro, que se refiere al macho. De los hábitos de la hembra, ni mu. Por fortuna, no hay constancia de ningún ataque a humanos, como no podía ser de otro modo en una criatura de cuya existencia hay menos pruebas todavía que de la de Nessie y el Yeti. Los Shealy -se me olvidaba- son los responsables de un centro de investigación del mono mofeta que tiene su cuartel en Ochopee, en los Everglades, donde venden parafernalia relacionada con el monstruo: gorras, tazas, imanes… Lo mismo que en Fátima y Lourdes, pero sin milagros.