
Darwin y su esposa tuvieron diez hijos, tres de los cuales murieron en la infancia. Tim Berra, Gonzalo Álvarez y Francisco Ceballos recuerdan en el artículo cómo el biólogo «sospechó que su matrimonio con su prima carnal Emma Wedgwood podría haber sido la causa de algunos de los problemas de salud de sus hijos». Y destacan cómo, en abril de 1858, escribió a su amigo Leonard Jenyns: «Tengo ahora seis niños y dos niñas. Y mi felicidad no es completa porque no son muy fuertes, algunos parecen haber heredado mi detestable salud». Darwin estaba tan convencido de que la endogamia podía ser la razón de la mala salud de su estirpe que pidió a un miembro del Parlamento que en el censo de 1871 se incluyera una pregunta sobre el matrimonio entre parientes.
Los autores añaden, a los tres hijos muertos, otros tres que, a pesar de sus largos matrimonios, no dejaron descendencia, extremo que, dicen, podría achacarse a infertilidad como consecuencia de la consanguinidad.