
Tampoco es cierto que «Ardi acerca a los científicos aún más al ultimo antepasado común compartido por humanos y chimpancés» y que es un «nuevo ancestro» nuestro, como dice Abc, porque hay tres homínidos anteriores -el citado Sahelanthropus tchadensis, Orrorin tugenensis y Ardipithecus kadabba– que están más cerca del último ancestro comun de hombre y chimpancé, y A. ramidus es una especie conocida desde septiembre de 1994. Así que ni es el homínido más cercano a nuestros primos ni es nuevo. Si uno no anda muy fino en inglés, siempre puede echarle una ojeada al gráfico que publicó Science en octubre, que reproduje aquí mismo y que algunos medios cortaron por la izquierda eliminando a los tres homínidos anteriores a Ardi.

Ardi es un fósil homínido importante no porque sea el más antiguo, sino porque, como recuerdan en Science, «tras analizar el cráneo, dientes, pelvis, manos, pies y otros huesos, los investigadores determinaron que Ardipithecus poseía una mezcla de rasgos primitivos compartidos con sus predecesores -los simios de la época del Mioceno- y rasgos derivados, que compartió exclusivamente con homínidos posteriores. Sin embargo, varios de sus rasgos no aparecen en los simios africanos de la época moderna. Por consiguiente, una conclusión sorprendente es que probablemente que los simios africanos hayan evolucionado ampliamente desde que compartimos el último ancestro común, lo que convierte así a chimpancés y gorilas vivos en pobres modelos para el último antepasado común y para entender nuestra propia evolución desde esa época».