¡Estamos rodeados de zahorís!

Un zahorí en Gales, a finales del siglo XVIII. Imagen del libro 'A tour in Wales', de Thomas Pennant.
Un zahorí en Gales, a finales del siglo XVIII. Imagen del libro ‘A tour in Wales’, de Thomas Pennant.

«¡Estamos rodeados!», me dice Juan Manuel Rodríguez, técnico de laboratorio de la Universidad del País Vasco, sobre el auge del pensamiento mágico en los medios. La verdad es que últimamente da miedo hojear la prensa, y no digo ya escuchar la radio -sobre todo las noches del fin de semana- y ver la tele. Rodríguez me escribe preocupado, con razón, por dos historias publicadas en El Correo: una, el domingo en la edición alavesa, en la cual dos «expertos alertan del «perjuicio» del microondas y el teléfono móvil para la salud» en un acto organizado por la Asociación de Padres de Niños con Cáncer de Álava (Aspanafoha) y otra, al día siguiente, en la que se presenta el feng shui como una técnica con bases racionales. Como del timo del feng shui ya hablé hace un par de días, me voy a centrar sólo en la primera información.

Los expertos que alertaron hace unos días a los padres de niños oncológicos alaveses del riesgo del móvil son el pediatra Josep Ferrís i Tortajada, del hospital La Fe de Valencia, y Patxi González, de la Asociación de Estudios Geobiológicos (GEA). El primero es uno de los más destacados miembros de la comunidad antiantenas y antimóviles, un individuo que viaja por toda España alertando del riesgo para la salud de esos dispositivos sin presentar ni una prueba, claro. «Es muy difícil encontrar una evidencia científica [que vincule el cáncer con las antenas y los móviles], ya que intervienen muchos factores. Todavía no ha transcurrido el suficiente tiempo para que se haya establecido la posible relación entre la telefonía y los cánceres», admitía Ferrís en El País hace casi ocho años. La situación no ha cambiado, pero él sigue predicando la nocividad de esos equipos. Posiblemente lo haga con buena intención, pero, como todo el mundo sabe, el Infierno esta lleno de buenas intenciones.

También puede que las tenga el geobiólogo Patxi González, arquitecto de interiores y experto en una rama del conocimiento equiparable a las de la Bruja Lola, Carlos Jesús y otros monstruos de la comunicación. Repitan conmigo: los geobiólogos son sólo zahorís, no son expertos en nada serio; y GEA es un colectivo tan científico como una organización de abducidos. Impresionan a los ingenuos hablando de energías positivas y negativas indetectables, y los ingenuos no reparan en que esas energías sólo las perciben los zahorís por lo mismo que los curas son los que tienen la exclusividad del perdón divino, por matener el monopolio. Pues bien, González -que también da cursos de feng shui, meditación y danza sufi, no se vayan a creer que es un cualquiera- no sólo tiene claro lo malos que son los móviles y las antenas de telefonía, sino que además sostiene que «numerosos estudios» demuestran que el microondas hace que los alimentos pierdan propiedades esenciales.

«El ajo pierde sus propiedades anticancerígenas», dice, sin mostrar un solo estudio de los muchísimos que, según él, prueban lo que dice. No puede hacerlo porque no existen, claro. Ya ven, el domingo un zahorí hablaba en El Correo de lo peligrosos que son los móviles y los microondas, y el lunes otro nos vendía el cuento de la energía telúrica. ¡Estamos rodeados! Y, lo que es más grave, parece que a casi nadie le importa. ¿Cuando va a reaccionar la Universidad -así, con mayúscula- ante la divulgación como verdades de falsedades como las citadas?, ¿cuándo van a darse cuenta desde la Academia del peligro del pensamiento mágico y que hay que plantarle cara?

Nota publicada en Magonia el 12 de noviembre de 2009.


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