«Defendiendo la autoridad de la Biblia desde el primer versículo». Ése es el lema de Respuestas en el Génesis, organización religiosa fundada en 1980 e impulsora de un espectacular Museo de la Creación que fue inaugurado ayer en Petersburg (Kentucky, EE UU). El complejo ha costado 27 millones de dólares, ocupa 9.300 metros cuadrados y «es una máquina del tiempo que transporta al visitante a una época inmediatamente después de la Creación». Más de 50 esculturas animadas y otras piezas, 55 vídeos y un planetario son empleados para respaldar la idea de que «la Biblia es la autoridad suprema en todas las materias».
El centro, que espera recibir 250.000 visitantes en su primer año, pretende ser un contrapunto a «la visión evolucionista de los museos de historia natural que vuelve a las mentes contra las Escrituras y Jesucristo, el Creador del Universo». Sus promotores defienden que el mundo fue creado por Dios en seis días, Adán y Eva vivieron en el Paraíso hasta que pecaron, hubo un Diluvio Universal… Frente a los 13.700 millones de años del Big Bang, sostienen que el Universo tiene 6.000 años, que al principio el hombre convivió feliz con los dinosaurios porque eran vegetarianos y que éstos se extinguieron no hace 65 millones de años, sino después del Diluvio, hace 4.500 años, por la presión humana, la destrucción de su hábitat y catástrofes, y todos los fósiles son postdiluvianos.
Travestismo intelectual
«Son fantasías. La realidad no tiene nada que ver con eso», sentencia Eduardo Angulo, biólogo de la Universidad del País Vasco (UPV). «Decir que el hombre convivió con los dinosaurios es una falsedad», remacha el paleontólogo Xabier Pereda. El dictamen de estos dos científicos, miembros de la organización cultural Círculo Escéptico, coincide con el de sus colegas estadounidenses. Así, el divulgador científico Lawrence M. Kraussescribía hace unos días en The Courier-Journal, un diario de Louisville (Kentucky), que el Museo de la Creación es un ejemplo de «travestismo intelectual» que parte de «una falacia (la autenticidad histórica de la narración bíblica) y llega al fraude». Y lo consideraba «un peligroso experimento cultural».
Visto desde Europa, parece difícil que alguien se tome en serio una exposición protagonizada por Adán y Eva, Matusalén y Noé, personajes tan históricos como los de El señor de los anillos. Sin embargo, en EE UU, donde el fundamentalismo cristiano batalla contra la Teoría de la Evolución desde tiempos de Darwin, 800 científicos de los tres Estados próximos al museo -Kentucky, Ohio e Indiana- han suscrito ya una declaración en la que expresan su preocupación por sus contenidos y advierten de que los jóvenes que acepten ese material como «científicamente válido» no sacarán adelante carreras científicas. «Lo que sostienen en ese centro puede parecernos divertido, pero es muy peligroso. Los niños y los adultos sin una mínima formación científica pueden llegar a conclusiones equivocadas. Van a creer que Los Picapiedra tienen una justificación científica, porque se supone que lo que se dice en un museo es cierto», indica Pereda, investigador de la UPV experto en dinosaurios.
Angulo es de la misma opinión y cree que los científicos deben salir en respuesta a disparates como los del Museo de la Creación. «Tenemos que informar a la gente adecuadamente para que diferencie lo que es ciencia de lo que no lo es. Y esto no lo es. La Teoría de la Evolución está apoyada en multitud de pruebas y es la mejor explicación sobre la evolución de la vida en la Tierra desde la primera protocélula». Este biólogo recuerda que los dinosaurios desaparecieron hace 65 millones de años y los homínidos más antiguos rondan los 7, así que no pudo haber ninguna convivencia.
«La Biblia es un libro sagrado; no de ciencia», puntualiza Pereda, para quien el relato del Diluvio, por ejemplo, está lleno de agujeros. En el Arca de Noé, explica, no pudieron entrar ni todas las especies ni los dinosaurios más grandes, que, de hacerlo, habrían planteado otros problemas: para alimentar a los vegetarianos, habría que haber llenado la embarcación con su comida; para una pareja de tiranosaurios, tendría que haber carne en cantidades industriales.
Reportaje publicado en el diario El Correo y en Magonia el 29 de mayo de 2007.