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‘The Lancet’ se retracta del estudio de 1998 que vinculaba la triple vírica con el autismo
Retractación: «Hiperplasia ileolinfoide, colitis no especificada y trastornos generalizados del desarrollo en niños»
Tras la sentencia del Consejo General Médico (GMC) de Reino Unido del 28 de enero de 2010, ha quedado claro que varios elementos del artículo de 1998 de Wakefield y otros (1) son incorrectos, en contra de los resultados de una investigación anterior.
(2) En particular, las afirmaciones del documento original de que los niños fueron «enviados a consulta repetidamente» y de que las investigaciones habían sido «aprobadas» por el comité local de ética han demostrado ser falsas. Por lo tanto, retiramos ese artículo del archivo.
Los editores de la revista The Lancet.
The Lancet, London NW1 7BY, UK.
(1) Wakefield A.J., Murch S.H., Anthony A., et al: «Ileal-lymphoid-nodular hyperplasia, non-specific colitis, and pervasive developmental disorder in children». The Lancet 1998; 351: 637-641.
(2) Hodgson H.: «A statement by The Royal Free and University College Medical School and The Royal Free Hampstead NHS Trust». The Lancet 2004; 363: 824.
El médico líder de los antivacunas actuó de forma «deshonesta» para conectar la triple vírica y el autismo
La investigación de Wakefield, basada en sólo doce casos de niños autistas, es el pilar fundamental del movimiento antivacunas. El grupo de sabios destaca que el médico no sólo carecía de la cualificación necesaria para hacer el estudio, sino que además nunca obtuvo autorización del comité de ética del centro en el que trabajaba. Diez de los coautores del artículo original se retractaron en 2004, y la revista The Lancet acabó por poner en duda las conclusiones. Estudios posteriores han descartado cualquier conexión entre la triple vírica y el autismo, y, el año pasado, una investigación del periodista Brian Deer reveló que Wakefield había falsificado los datos del trabajo original para que apuntaran en esa dirección.
La monja antivacunas compartirá congreso en Barcelona con exopolíticos y negadores del sida

Teresa Forcades, la monja antivacunas catalana, compartirá dentro de tres semanas un foro en Barcelona con negadores del sida, exopolíticos, defensores de que el 11-S fue un autoatentado de Estados Unidos, creyentes en la Tierra hueca y otros conspiranoicos. No, no es el 28 de diciembre ni me he vuelto loco. El hotel Princesa Sofía de Barcelona acogerá el 21 y 22 de noviembre el II Congreso de Ciencia y Espíritu, en el que se hablará de los temas citados y también de la contaminación electromagnética, los chemtrails, las casas piramidales con efectos terapéuticos, el alma grupal y otras chaladuras. Toda esa ignorancia está al alcance de cualquiera al módico precio de 80 euros los dos días o 50 euros un día.
Por si alguien dudaba todavía de la racionalidad de la monja del monasterio de Sant Benet de Montserrat, ahí la tienen en el programa del congreso junto a, entre otros, Lluís Botinas, un clásico negador de que el VIH provoque el sida, y Alfred L. Webre, inventor de la exopolítica, «el estudio de los procesos políticos y de gobierno en la sociedad interestelar». La organización del encuentro ha corrido a cargo de otro gran pensador contemporáneo: Miguel Celades, director de la Cumbre Europea de Exopolítica celebrada en Sitges en julio. Celades está convencido de que los seres humanos fuimos creados mediante ingeniería genética por alienígenas, según declaró hace unas semanas en un delirante reportaje sobre ovnis de Callejeros. La monja benedictina, médica de formación, mezcla en su discurso verdades con medias verdades y mentiras al mejor estilo conspiranoico y alimenta, entre otras cosas, la idea que la gripe A puede formar parte de una operación de exterminio. Otros participantes en el encuentro, como los miembros de la llamada Red Jedi Española, comparten con ella esa visión de la realidad: «No podemos permitir que nos quieran introducir un microchip a través de la vacuna [contra la gripe A], a fin de controlar a la Humanidad y con el firme propósito de exterminar paulatinamente a una gran parte de la población mundial. Esto es un hecho», dicen en su web.
Da miedo que individuos como éstos anden por ahí sueltos difundiendo falsedades tan peligrosas como que no hay que vacunarse -en general- y que el VIH no existe. Lluís Botinas, por ejemplo, sostiene que «el sida no es una enfermedad a tratar (ni siquiera alternativamente), sino un engranaje destructivo a desmontar». Al negar la demostrada conexión entre el VIH y el sida, está animando a quienes le creen a que dejen de lado la prevención, se contagien y hasta mueran.
Una ‘conejita’ contra las vacunas

El autismo es un trastorno incurable que afecta al desarrollo cerebral normal de las habilidades sociales y de comunicación. Quien primero lo relacionó con la triple vírica fue el cirujano británico Andrew Wakefield en un artículo publicado con otros autores en 1998 en la revista médica The Lancet. Tras examinar doce casos de niños autistas, concluyó que existía un vínculo entre la administración de la vacuna y la aparición del mal. El trabajo tuvo un gran impacto en Reino Unido. En los diez años siguientes, el índice de vacunación bajó del 92% al 85%, y los casos de sarampión pasaron de 58 a 1.348.
Cuando el miedo se exportó a EE UU, 5.500 padres de autistas exigieron al Gobierno en junio de 2007 indemnizaciones por entender que la enfermedad esta causada por la triple vírica. Muchos denunciantes se consideran víctimas de una vasta conspiración urdida por el Ejecutivo y las farmacéuticas. La creencia de que las vacunas causan autismo se debe, en parte, a que los familiares suelen detectar los primeros síntomas del mal a la misma edad en que los niños reciben la triple vírica. «No obstante, que ambos eventos ocurran alrededor del mismo tiempo no significa que el uno provoque el otro», sentencian los Institutos Nacionales de la Salud de EE UU.
Falsificación de datos
Diez de los coautores de la investigación dirigida por Wakefield retiraron en 2004 su firma del artículo que había desatado la tormenta, y The Lancet publicó una rectificación poniendo en duda las conclusiones. Todos los estudios posteriores han descartado la conexión entre la triple vírica y el autismo, y, además, una investigación del periodista Brian Deer reveló en febrero pasado que Wakefield había falsificado los datos del alarmante trabajo original. Pero nada de esto importa al movimiento antivacunación.
McCarthy y su novio, el actor Jim Carrey, persisten en su cruzada a pesar de que en abril de 2008 ella anunció que su hijo Evan había superado el autismo. Los médicos que han examinado al pequeño dicen que no, que en su momento fue diagnosticado erróneamente. Mientras tanto, sigue creciendo en EE UU el número de víctimas del sarampión, las paperas y la rubéola: desde que la conejita emprendió su campaña, se han registrado 204 muertes y 47.454 casos no letales, según una web que lleva el recuento. Cabe suponer que algunos padres no han vacunado a sus hijos por hacer caso a una modelo que en 2006, antes de empezar a decir que el suyo era autista, contaba por los platós de televisión que era un niño de cristal, un nuevo salto en la evolución humana dotado de poderes como la telepatía y la capacidad de recordar vidas pasadas.
Publicado originalmente en el diario El Correo.