
No es el del Atlético de Madrid el primer entrenador de fútbol que cree en la astrología; ni será el último. Cuando era seleccionador de Francia (2004-2010), Raymond Domenech hacía las alineaciones guiado por el horóscopo. Evitaba a los Libra y Escorpio en general, y en la defensa a los Leo. “Cuando tengo un Leo en la defensa, siempre tengo mi arma lista, porque sé que va a querer lucirse en un momento u otro y nos va a costar caro”, decía. Creía que tenía que considerar todas las variables y que la astrología era una más.
Simeone -de cuya fe astrológica a través de Pruden Rodríguez- y Domenech sabrán mucho de fútbol, pero son unos analfabetos. Sólo así puede calificarse a quien en el siglo XXI cree en el influjo de los astros sobre la personalidad, algo propio de sociedades primitivas. Marginar a alguien por su signo del Zodiaco es como hacerlo por el color de piel, por sus gustos musicales o por sus creencias políticas o religiosas: una estupidez y una violación de la ley.