
La reforma de la legislación antilibelo inglesa es importante para la defensa del pensamiento crítico. Singh recuerda que las leyes vigentes han sido condenadas por la Comisión de Derechos Humanos de la ONU; «amordazan a científicos, bogueros y periodistas que quieran discutir asuntos de interés público (¡y de salud pública!)»; han creado el llamado turismo de difamación, que lleva a ricos y poderosos a demandar en Londres a periodistas y críticos sólo por informar; el coste para el acusado centuplica la media europea y suele superar el millón de libras -1,1 millones de euros-; y en la actualidad hay tres casos en marcha promovidos por defensores de prácticas médicas cuestionables.
Una de las formas de impulsar esa reforma legal es reunir 100.000 firmas. Singh cuenta ya con 17.000, muchas pero insuficientes. Lo bueno es que tampoco faltan tantas si ponemos de nuestra parte. «Mi idea es simple: si todos los que ya han firmado convencen a una persona más cada semana para firmar la petición, ¡alcanzaremos nuestra meta dentro de un mes! Una persona por semana es todo lo que necesitamos». Anímense. Es mucho lo que nos jugamos. Corran la voz y, si firman la petición, dejen su nombre en los comentarios de esta anotación o envíenme un correo electrónico. La legislación cuestionada no sólo afecta a quienes viven en Inglaterra y ejercen su actividad crítica en medios del país, sino también a cualquiera que lo hace en Internet, que por la universalidad de la Red puede ser denunciado en Londres. De ahí que la petición de reforma legal -si no saben inglés, la tienen aquí en español– esté abierta a ciudadanos de todo el mundo.