‘Orbs’

Ilustración: Iker Ayestarán.
Ilustración: Iker Ayestarán.

Las imágenes fantasmales existen desde que nació la fotografía. Al principio, los espíritus parecían personas de carne y hueso, aunque algo menos sólidas; pero todas aquellas imágenes resultaron ser fraudulentas. Un siglo después de la popularización de la cámara de fotos portátil gracias al invento del rollo de película por George Eastman, los fantasmas siguen entre nosotros en las imágenes captadas por los modernos equipos digitales. Su apariencia no es ya la de hombres y mujeres victorianos, sino que se trata de puntos de luz. Se conocen desde mediados de los años 90 como orbs -orbes, en inglés- y son pequeñas esferas luminosas que flotan en el aire, de cuya presencia nunca se da cuenta el fotógrafo y sobre cuya naturaleza paranormal no hay consenso.

Los orbes no se ven a simple vista, sino siempre en foto o vídeo. Los partidarios de su sobrenaturalidad se dividen entre quienes piensan que son espíritus, formas de vida desconocidas, seres multidimensionales y, por supuesto, extraterrestres. «Son seres altamente inteligentes, llevando a cabo importantes funciones de forma muy parecida a como los humanos lo hacen», asegura -no se sabe basándose en qué- el parapsicólogo español Francisco Chacón, quien concluye -tampoco se sabe basándose en qué- que «están aquí para experimentar, algunos esperando su siguiente oportunidad para reencarnar en forma física».

Estas esferas luminosas suelen captarse, sobre todo, de noche en cementerios o lugares supuestamente encantados, lo que prueba, según los creyentes, el carácter misterioso de esos enclaves. «Es más fácil obtener (fotos de) orbs si estamos en un lugar que tiene mucha historia de muerte y sufrimiento, ya que muchos fantasmas todavía seguirán estando allí para encontrar una respuesta», dice en Internet una médium que firma como Julie Sabrina Jenkins. Para captar estas bolas de luz, las fotos o vídeos han de tomarse siempre con flash o potentes focos de luz natural o artificial.

Rodeados de polvo

El auténtico misterio de los orbes es que hayan llegado a ser un misterio. La explicación al fenómeno, que conoce cualquier fotógrafo, la daba Fujifilm en su web en diciembre de 2002: «Siempre hay una cierta cantidad de polvo que flota en el aire alrededor. Puedes haberlo notado en el cine cuando miras a la luz proveniente del proyector y ves chispas luminosas flotando en el haz. Igualmente, siempre hay partículas de polvo flotando cerca cuando haces fotos con tu cámara. Cuando usas el flash, su luz se refleja en esas partículas de polvo y en ocasiones la cámara capta el reflejo».

La multiplicación reciente de los orbes no se debe a que estemos siendo invadidos por almas en pena o seres multidimensionales, sino a la proliferación de las cámaras compactas en las que el flash está muy cerca del objetivo y que, por eso, son más susceptibles de capturar esos reflejos. No hay que ir a cementerios para fotografiar esferas luminosas. Puede hacerse en un sitio lo suficientemente sucio o echando al aire harina o apuntando a la lluvia. Por eso, muchos parapsicólogos reconocen que algunos orbes no son fantasmas, pero dicen que otro sí, aunque no haya manera de diferenciarlos.

Reportaje publicado en el diario El Correo y en Magonia el 27 de agosto de 2009.


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