¡Teletranspórtame, ET!

Ilustración: Iker Ayestarán.
Ilustración: Iker Ayestarán.

La actriz Catherine Fulop y su marido viajaban en 1993 en coche hacia Madrid cuando, a una hora de la capital, la niebla envolvió su vehículo. Entre la bruma, vieron luces y escucharon ruidos extraños, mientras él urgía al conductor a que acelerara. «Pienso que es algo extraterrestre», decía ella, nerviosa. Cuando la niebla se despejó, pararon en la primera estación de servicio que encontraron, ¡y el personal hablaba alemán! Tras unos minutos intentando hacerse entender por los lugareños, Fulop dio con la explicación de lo que les había pasado: «¡Nos transportaron los extraterrestres!», gritó a su esposo.

Fue una de las bromas más celebradas de Inocente, inocente, programa que emitían entonces las televisiones autonómicas. Estaba basada en un fenómeno inexplicable que, según informaciones de la prensa hispanoamericana, había ocurrido a uno y otro lado del Atlántico repetidamente desde 1968. La primera vez sucedió en Argentina; luego, en Brasil; y, a finales de los años 70, en España, donde hubo quienes se trasladaron, literalmente en un abrir y cerrar de ojos, de Sevilla a Córdoba, de Sevilla a Santiago de Chile, de Madrid a Lima…

El caso Vidal

Todo comenzó en mayo de 1968 cuando el abogado Gerardo Vidal y su esposa viajaban en coche entre Chascomús y Maipú, en la provincia argentina de Buenos Aires. De repente, el automóvil entró en un banco de niebla, y la pareja perdió el conocimiento. Despertaron 48 horas después, sin recordar nada de lo sucedido durante ese tiempo, y comprobaron que la pintura del techo del coche estaba quemada. Se encontraban cerca de Ciudad de México, a 7.500 kilómetros de su casa. Según la prensa argentina, tras acudir a la legación diplomática de su país, fueron repatriados y el automóvil, trasladado a Estados Unidos para su estudio.

El cónsul argentino en México negó los hechos en el diario Clarín, actitud que otros medios achacaron a un intento de proteger la intimidad de la pareja, con la que nadie conseguía hablar cara a cara. «Los Vidal no aparecían. Y, sin los Vidal, la experiencia era inverificable. La extraordinaria historia se convertía en un triste rumor sin anclaje en el mundo real», destaca en su libro Invasores. Historias de extraterrestres en Argentina (2009) el periodista Alejandro Agostinelli, quien intentó durante años dar con el matrimonio o con alguien que les conociera. Fue imposible: nunca habían existido.

Los Vidal y su increíble experiencia, descubrió Agostinelli en 1996, fueron inventados por el cineasta argentino Aníbal Uset para promocionar su película Che, ovni, estrenada el 7 de agosto de 1968 -dos meses después de la difusión del caso en la prensa- y en la cual los protagonistas sufren una teletransportación. El realizador contó con la complicidad de un pícaro periodista, los medios entraron al trapo, se tragaron la historia y, con el tiempo, bromistas y escritores sin escrúpulos clonaron el episodio alrededor del mundo presentándolo como un hecho real.

Reportaje publicado en el diario El Correo y en Magonia el 3 de agosto de 2009.