
Se confiesa adicta a los vídeos conspiranoicos sobre el 11-S y cita como contrapunto a la caída del World Trade Center el incendio del edificio Windsor de Madrid, que no se derrumbó a pesar de que «ardió durante 24 horas». Según Efe, que acaba de mandar el correspondiente despacho, algunos internautas estadounidenses ya están pidiendo que se le retire la estatuilla y hasta se le niegue trabajar en Hollywood. La actriz francesa, informa The Times, está consternada por la reacción a sus palabras, dice que se han sacado de contexto y que la entrevista es vieja; pero no se retracta. Mantiene así su alineamiento con quienes siguen las disparatadas ideas de Thierry Meyssan, autor del libro La gran impostura, y el español Bruno Cardeñosa, quien mantiene que contra el Pentágono no se estrelló ningún avión de pasajeros en septiembre de 2001.
Como dice José María Romera hoy en El Correo, «la paranoia se nutre de ciertos trastornos mentales, pero también de pequeños defectos cotidianos: la pereza mental, la vanidad, el afán de notoriedad, el victimismo, la sinrazón». No sé a cuál de estas causas, si no a todas, atribuir el mal de Marion Cotillard. Lo que si sé es que no tiene ningún motivo para molestarse por la reacción pública a sus desvaríos. Quien dice tonterías se arriesga a que lo tomen por tonto.