
Seis años después de que el comandante Jack O’Neill cruzara por primera vez la
puerta a las estrellas de la montaña Cheyenne, su equipo desvela el por qué de las
abducciones en el episodio titulado ‘Equillibrio precario’, de la séptima temporada de la serie
Stargate, que acaba de emitir
AXN. La historia empieza con un Jack O’Neill que parece haber retrocedido a la adolescencia de la noche a la mañana en el búnker de la montaña Cheyenne, donde está la sede del comando que explora la galaxia. A partir de ahí, Daniel Jackson, el arqueólogo del grupo, descubre que O’Neill ha sufrido una abducción y los miembros del equipo interrogan a varias víctimas de secuestros alienígenas. Y resulta que los malos no son los goa’uld, la especie parásita que amenaza la galaxia y contra la que el comando Stargate lucha desde hace años. El malo es uno. Se llama Loki -como el dios del fuego y los engaños de la mitología escandinava- y es de la especie de los asgards, humanoides cabezones de fragil cuerpo cuya apariencia cuadra con la de los actuales hombrecillos grises de los platillos volantes, pero que son aliados de la Humanidad en su lucha contra los goa’uld. Loki es un científico asgard que experimenta con humanos para intentar solucionar el problema de su pueblo, que depende de la clonación para la supervivencia y está condenado a la extinción, que al final es atrapado por el comando Stargate.
Las abducciones son desde hace tiempo un elemento al que recurren ocasionalmente los guionistas de las series de ciencia ficción. Así, aparecieron indirectamente en el episodio ‘El Grial’ (1994), de la primera temporada de
Babylon 5, en el que un humano demanda judicialmente a un gris porque su bisabuelo fue abducido por el bisabuelo del alienígena, y en
‘Cisma’ (1992), episodio de
Star Trek: la nueva generación, varios miembros de la tripulación de la
Enterprise son abducidos. No conocía este último caso. Me he enterado de él gracias a Matías Morey, presidente de la Fundación Anomalía y autor de dos trabajos sobre cómo han visto el cine y la televisión a los alienígenas, que se publican en el
último número de la revista Cuadernos de Ufología (CdU). Sólo estos dos estudios -que ocupan más de 100 páginas- compensan la suscripción a
CdU, que mantengo desde hace dos décadas.
La Fundación Anomalía puso hace un año en marcha el
Proyecto Méliès, que pretende reunir todo el material cinematográfico y televisivo que haga referencia a lo extraterrestre, sea o no ficción. Es una interesante iniciativa que puede evitar que material interesante -programas de televisión y documentales, por ejemplo- acabe olvidado en videotecas particulares sin sacarle provecho y hacer que pase a formar parte de un fondo público único en el mundo de habla hispana.