
El caso de Bélmez demuestra que un misterio, aunque sea tan cutre como éste, nunca muere y que es necesario desenmascararlo porque, si no, después de años de aletargamiento, puede resurgir con fuerza en cualquier momento de la mano de reporteros de lo oculto necesitados de algo que vender. Cometimos el error de dejar pasar la historia de Bélmez, de darla por muerta, cuando no lo estaba. Por fortuna, cuando el año pasado reaparecieron las caras tras de la muerte de la dueña de la casa, había un puñado de gente dispuesta a no dejar que los cazafantasmas perpetuaran el engaño: se trata de personas como Lola Cárdenas, Fernando L. Frías, Gerardo García-Trío y Francisco Máñez. Ellos han hecho un magnífico trabajo que ha puesto en evidencia los tejemanejes de algunas vacas sagradas del misterio y que dará mucho que hablar dentro de poco. Se lo prometo.