Los platillos volantes nazis de Franco

Titular de 'The Gazette' de 1947 que relaciona a Franco con los platillos volantes.
Titular de ‘The Gazette’ de 1947 que relaciona a Franco con los platillos volantes.

«Tres científicos alemanes que trabajan bajo el patrocinio personal del Generalísimo Francisco Franco han desarrollado dos armas de guerra muy avanzadas, según las especificaciones y los planos sacados de España por un agente de una organización espía europea independiente», contaba Lionel Shapiro en el periódico canadiense The Gazette el 4 de noviembre de 1947. Una de las armas, añadía el corresponsal en Ginebra del diario de Montreal, era «un cohete electromagnético que, se supone, es el responsable de los platillos volantes vistos sobre el continente norteamericano el pasado verano y de uno o quizá dos accidentes hasta ahora inexplicados de aviones de transporte».

El verano de 1947 fue muy movido en los cielos de Estados Unidos. El 24 de junio, Kenneth Arnold, un vendedor de equipos de extinción de incendios, volaba en su avioneta de Chehalis a Yakima (Washington) cuando se desvió durante una hora de su ruta para buscar un avión militar de transporte accidentado cerca del monte Rainier. Ofrecían 5.000 dólares de recompensa por su localización. Después de un sobrevuelo infructuoso del volcán, decidió disfrutar del paisaje. «El aire estaba tan limpio aquel día que era un verdadero placer volar y, como la mayoría de los pilotos hacen cuando el aire está así y vuelan a una gran altitud, puse mi avión rumbo a Yakima, que estaba casi al este de mi posición, y simplemente me senté a observar el cielo y el terreno», recordaba meses después en la revista Fate.

La primera oleada ovni

Poco antes de las 15 horas, varios destellos llamaron su atención y vio en las inmediaciones del monte Rainier nueve objetos extraños en formación. «Volaban erráticos, como un platillo si lo lanzas sobre el agua», y a gran velocidad. Cuando al final del día aterrizó en Pendleton (Oregon), intentó informar del suceso al FBI. Estaba convencido de que eran «algún nuevo invento del Gobierno en la línea de misiles guiados». Pero la oficina local de la agencia estaba cerrada. Acabo contando lo que había visto a dos periodistas del diario East Oregonian, Nolan Skiff y Bill Bequette. El primero escribió la información, y el segundo la editó y encajó en la portada del periódico del día siguiente.

Portada del número 1 de la revista 'Fate', dedicado al avistamiento de Kenneth Arnold.
Portada del número 1 de la revista ‘Fate’, dedicado al avistamiento de Kenneth Arnold.

El segundo párrafo del texto de la primera página del East Oregonian del 25 de junio de 1947 comenzaba diciendo: «Él [Arnold] dijo haber visto a las 15 horas de ayer nueve aeronaves con forma de platillo que volaban en formación, muy brillantes -como si fueran de níquel- y volando a inmensa velocidad». Nada más acabar de redactar la información, Bequette preparó otra versión para la agencia AP, que empezaba: «Nueve objetos brillantes con forma de platillo volando «a increíble velocidad» a 10.000 pies de altura han sido vistos hoy por Kenneth Arnold, de Boise (Idaho), piloto que ha dicho que no puede aventurarse a decir qué eran». El problema era que los objetos no tenían forma de platillo, sino de bumerán, aunque a partir de entonces se vieron platillos volantes.

A finales de junio se registraban en Estados Unidos una docena de avistamientos diarios y, el 6 y 7 de julio, más de 150 al día. El 8 de julio, el Ejército anunció que había recuperado un platillo volante accidentado en Roswell (Nuevo México). Y el 1 de agosto dos oficiales del servicio de inteligencia de la Fuerza Aérea morían al estrellarse el bombardero B-25 en el que volvían a California de investigar un caso en el estado de Washington. La primera oleada de platillos volantes se saldó con más de 850 avistamientos en Estados Unidos entre junio y julio de 1947. Nadie buscaba entonces el origen de aquellos objetos fuera de la Tierra. Nadie hablaba de extraterrestres. Lo que temían tanto en la calle como en el Pentágono era que aquellos objetos fueran armas de alguna potencia enemiga. España no era una gran potencia, pero la simpatía de Franco por Hitler y la sospecha de que, tras la Segunda Guerra Mundial, daba refugio a científicos y criminales nazis la convertían  en uno de los posibles focos irradiadores de los platillos volantes.

Un amenaza de este mundo

Shapiro aseguraba en The Gazette que las grandes potencias estaban convencidas de que todas las pistas conducían a Franco. «Según la información disponible, las armas habían sido desarrolladas en laboratorios secretos localizados cerca de Marbella»; el cohete había sido bautizado como KM2 -por sus inventores alemanes Knoh y Mueller- y probado en la costa de Málaga ante la atenta mirada del dictador desde su yate; y el proyectil nuclear había sido disparado en aguas de Baleares «desde cañones montados en un dragaminas español». El corresponsal llamaba la atención sobre el hecho de que «Franco desapareció de Madrid varias veces en primavera y a comienzos del verano, y cuando volvía se decía que había estado pescando en su yate».

Añadía que «el agente que sacó los planos de España» había presenciado esas pruebas y que el cohete, con un alcance de 16.000 kilómetros, se controlaba por radio, era «atraído por las vibraciones eléctricas de los aviones o el magnetismo de la masa de metal más cercana» y explotaba al entrar en contacto con el objetivo. El espía aseguraba que «los cohetes se habían lanzado hacia Norteamérica y que eran responsables de uno y probablemente dos accidentes de aviones de transporte (en Estados Unidos) que, a falta de mejor explicación, se habían achacado a defectos estructurales».

Según Shapiro, la salida al mercado de los planos de las armas había provocado un aumento en la actividad de los espías en las capitales europeas como no se registraba desde el final de la guerra, con «grandes sumas de dinero y hasta amenazas de muerte en las negociaciones» por hacerse con los documentos. El material había sido ofrecido a «tres de las grandes potencias» y, hasta su venta, estaba depositado «en una cámara bancaria en una oscura ciudad del sur de Europa».

Titular de 'The Pittsburgh Press' de 1947 que relaciona a Franco con los platillos volantes.
Titular de ‘The Pittsburgh Press’ de 1947 que relaciona a Franco con los platillos volantes.

Vista desde la distancia, la historia de los platillos volantes de Franco -que publicaron numerosos diarios estadounidenses- tiene todas las pintas de ser el típico bulo que le sirve a un periodista que cobra a pieza para sacarse un dinero, si es que no se lo ha inventado él. De hecho, el propio Shapiro advertía al final de la información: «Este corresponsal, que no es ni un agente secreto ni un experto técnico, ha presentado los hechos como los ha conocido. Podría haber desechado la historia como otro más de los muchos rumores que circulan por Europa. Pero pronto se hizo evidente que las secciones de inteligencia militar presentes en Europa dieron gran credibilidad a los informes y a la existencia de las armas, después de contrastarlos con sus propias informaciones». Nadie más llegó a la misma conclusión que el periodista canadiense, y el asunto cayó pronto en el olvido hasta para la naciente prensa paranormal.

En la primavera de 1948 llegó a los quioscos la revista Fate, dirigida por Ray Palmer. Su primer número estaba dedicado casi en su integridad al naciente fenómeno de los platillos volantes e incluía un texto de Arnold en el que relataba su avistamiento. Pues bien, sólo en un artículo sin firma, titulado «The mystery of the flying disks» (El misterio de los discos volantes) y presumiblemente escrito por Palmer, se cita de pasada la historia de Franco, los nazis y las nuevas armas, diciendo que «parece haber buenas razones para sospechar que varios aviones de línea accidentados podrían haber sido abatidos después de todo» y atribuyéndosela a un tal David Shapiro. En ese número inaugural de Fate, revista de la que son copia todas la paranormales que hoy hay en el mercado, no se cita el caso de Roswell, lo que demuestra que ni los autores más sensacionalistas -Palmer era uno de ellos- le dieron en su tiempo el mínimo crédito.

Reportaje publicado en Magonia el 1 de junio de 2016.


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