El suicidio de Jenny Fry, una niña ‘alérgica a la wifi’, y el sensacionalismo periodístico

Así han titulado 'The Daily Mail' y Telecinco la noticia sobre el suicidio de Jenny Fry.
Así han titulado ‘The Daily Mail’ y Telecinco la noticia sobre el suicidio de Jenny Fry.

Un suicidio es siempre un hecho terrible y más si lo protagoniza un menor. Pero algunos medios parecen no tener bastante con eso y no dudan en ocasiones en echar más leña al fuego sensacionalista. Es lo que ha hecho The Daily Mail en el caso de Jenny Fry, un niña de 15 años que se ahorcó en un bosque cercano a su casa de Oxfordshire (Reino Unido) en junio después de «desarrollar una reacción alérgica a la wifi de su escuela», según el diario. Telecinco ha titulado en su web: «Una joven de 15 años se suicida por su alergia a las ondas del wifi de su instituto». ¿Fuentes? El tabloide británico, que a su vez tenía como única fuente a los padres de la escolar.

Una de las lacras del periodismo actual es que muchas veces toma las declaraciones de afectados o expertos en cualquier cosa como si fueran palabra de Dios. Se coge a alguien que sostiene algo impactante, se le hace una entrevista y se presenta como una realidad científicamente demostrada. Puede decir que cura con las manos, que saca demonios de la gente, que detecta agua con la mente, que modifica tu personalidad modificando tu caligrafía, que vio extraterrestres en Roswell… Da igual, siempre hay un medio dispuesto a darle cancha en la lucha por la audiencia.

Larry King entrevistó, 21 de enero de 1993 en su programa de la CNN, a David Reynard, un viudo convencido de que la radiación de un móvil había sido la causante del tumor cerebral que había matado a su esposa, y se desató la histeria antiondas que todavía hoy sufrimos. Más recientemente, el 21 de mayo de 2007 la BBC emitió Wi-Fi: a warning signal (Wifi: una señal de alarma), un documental sensacionalista que vinculaba las emisiones de las redes inalámbricas con una presunta dolencia denominada hipersensibilidad electromagnética. Fue este documental de la prestigiosa televisión pública británica el que dio el impulso definitivo a la ideas de que la wifi puede resultar peligrosa y de que hay personas sensibles a las ondas de radiofrecuencia. Días después, la BBC reconoció que «no hay pruebas sobre los efectos de la exposición a largo plazo a las conexiones wifi», pero el mal ya estaba hecho.

Enfermedad inexistente

La información del caso de Jenny Fry proporcionada por The Daily Mail y otros medios es, además de sensacionalista, irresponsable. Una muestra del periodismo que ha hecho que la sociedad desconfíe cada vez más de los medios. Dicen que, según su madre, la chica padecía de hipersensibilidad electromagnética y que por eso se quitó la vida. Pero es que la hipersensibilidad electromagnética no existe. Ya en 2005 la Organización Mundial de la Salud advertía de que «no existe una base científica para vincular los síntomas de la hipersensibilidad electromagnética (enrojecimientos de la piel, sensación de quemazón, fatiga, palpitaciones, náuseas…) con la exposición a los campos electromagnéticos. Es más, la hipersensibilidad electromagnética no es un diagnóstico médico, ni está claro que represente un único problema médico”.

Nada ha cambiado desde entonces, aunque haya quienes se lucren diagnósticando la supuesta enfermedad y vendiendo a los llamados electrosensibles remedios milagrosos. Piénselo: tambén hay quien se cree poseído por el Diablo y quien practica exorcismos, pero eso no prueba ni que exista el Demonio ni que posea a personas. The Daily Mail incluye en su información una breve nota advirtiendo de que la hipersensibilidad electromagnética no está reconocida como  enfermedad y que la OMS dice que no existe, pero añade: «Sin embargo, varios renombrados médicos han hecho campaña para que eso cambiar. En Suecia, la electrohipersensibilidad se considera una discapacidad». ¿Dónde están las pruebas científicas que apoyen tales pretensiones? Se lo digo yo: no existen.

Los enfermos -como la pobre Jenny Fry- sí existen. Son personas que creen que las ondas de radiofrecuencia afectan a su organismo, que sufren de verdad, personas que necesitan de tratamiento psicológico o psiquiátrico y que, por desgracia, frecuentemente suelen acabar en las garras de desaprensivos que se lucran convenciéndoles de que la hipersensiblidad electromagnética es una patología tan real como el sida. El último culpable de la muerte de Jenny Fry es quien la convenció de que sufría alergia a las ondas. Los medios que alimentan esa idea publicando la noticia acríticamente están haciendo periodismo basura y arriesgándose a provocar más casos similares, a que otras personas con problemas mentales no vayan al psiquiatra o al psicólogo, y sean víctimas de los charlatanes sin escrúpulos que dianostican enfermedades que no existen, como la alergia a las ondas.

Información publicada en Magonia el 2 de diciembre de 2015.