La grafología, Europa Press y ’20 Minutos’: presentando como ciencia una arte adivinatoria

Reportaje sobre la grafología publicado bajo el epígrafe de 'ciencia' en '20 Minutos'.
Reportaje sobre la grafología publicado bajo el epígrafe de ‘ciencia’ en ’20 Minutos’.

Mezcla mentiras con verdades y las primeras saldrán ganando. Es algo que ya explotaron Louis Pauwels y Jacques Bergier en la revista Planète, donde en los años 60 mezclaban ciencia y ciencia fición con pseudociencia en beneficio de esta última, y que en la actualidad rentabilizan Iker Jiménez, en Cuatro y la Cadena SER, y Bruno Cardeñosa, en Onda Cero, con la complicidad de científicos y divulgadores poco escrupulosos. Así consiguen los promotores poner al mismo nivel ante su público el conocimiento científico que la última posesión demoniaca o secuestro extraterrestre.

Un ejemplo de esa práctica, habitual en el mal llamado periodismo del misterio, lo dio el viernes la agencia Europa Press en un reportaje titulado «Enséñame cómo escribes y te diré cómo eres», dedicado a la grafología. El autor presenta esa práctica como «el estudio del carácter y psicología de una persona a través de los rasgos de su escritura, lo que incluye su letra. Hay una serie de parámetros generales que se desprenden de esta ciencia y que sirven para conocer la personalidad de una persona más a fondo». Según 20 Minutos, que ha publicado el reportaje bajo el epígrafe de ciencia, la grafología «revela el carácter y la psicología de una persona y tiene múltiples usos: selección de personal, justicia…»; «el tamaño de la letra, la existencia de márgenes, la direcciónde las líneas, la curvatura de las letras o el orden y la limpieza revelan rasgos de la personalidad»; y «la firma también es muy reveladora: poner o no los apellidos, cerrar con un círculo la firma o poner punto final dicen mucho del autor».
El segundo párrafo de la nota merece un lugar de honor en los anales del periodismo gilipollas. Dice:

La grafología es muy práctica ya que se usa con frecuencia en el ámbito laboral y tiene múltiples usos: se utiliza para la selección de personal, ya que ayuda a conocer las aptitudes y posibilidades de cada sujeto para un puesto de trabajo; se usa también para llegar a determinar la mano autora de firmas presuntamente falsificadas o anónimas; y sirve incluso para conocer rasgos de personajes históricos. De hecho, esta técnica, está reconocida en los tribunales de justicia para su uso.

Cualquiera que, sin saber más, lea ese párrafo concluirá que la grafología es una ciencia porque, si no, no se usaría en la selección de personal y para autentificar firmas. De hecho, todos hemos visto anuncios de empleo en los que se pide al currículo a mano y noticias en las que expertos se pronuncian sobre la autenticidad de una firma achacada a alguien. Pero es que ese párrafo es un revoltijo al estilo de Planète, Cuarto milenio y La rosa de los vientos. Mezcla pseudociencia y ciencia -grafología y peritaje caligráfico- a mayor gloria de la primera. Porque la grafología es una arte adivinatoria como la quiromancia, la lectura de los posos del café, el tarot, la astrología y otras.

La grafología es brujería

«La grafología es simplemente una rama de un grupo de prácticas pseudocientíficas conocidas como lectura de carácter. En varias épocas, los lectores de carácter han asumido que pueden abrir una ventana hacia nuestra arquitectura psicológica al interpretar los rasgos del rostro (fisiognomía), los pliegues en la mano (quiromancia), las protuberancias de la cabeza (frenología), la forma del ombligo (onfalomancia), las arrugas de la frente (metoposcopia), las hojas de té (taseografía), la dirección de rayos de luz reflejados en las uñas de la mano (onicomancia) y, nuestro favorito, la apariencia de pastelillos de albahaca (critomancia)», explican los psicólogos Scott O. Lilienfield, Steven Jay Lynn, John Ruscio y Barry Beyerstein en su libro 50 grandes mitos de la psicología popular (2010). Y añaden que debe su inmerecida fama a «la confusión de los grafólogos con los examinadores de documentos cuestionados», es decir, con los peritos calígrafos, que son expertos en determinar falsificaciones y autorías de documentos mediante el análisis de la caligrafía -cuando hablamos de manuscritos y firmas-, de las tintas, del papel… Un error en el que ha caído Europa Press.

En el segundo párrafo de la nota la agencia, se presentan la interpretación de la personalidad a través de la escritura y el peritaje caligráfico como variantes de una misma práctica. Un disparate. Sería como decir que la astrología y la astronomía son dos caras de una misma ciencia. O que lo son la alquimia y la química, la ufología y las astrobiología, la parapsicología y la psicología… No existe nada parecido a una interpretación científica de la personalidad por la escritura. Si hay empresas que usan la grafología en los procesos de selección de personal -que las hay-, igual es hora de empezar a denunciar esta práctica públicamente, ¿no creen? Porque es tan discriminatoria como elegirlos según el horóscopo, las líneas de la mano, la forma del cráneo o el color de pelo.

El resto de la nota Europa Press habla de lo que, según los grafólogos, dice nuestra letra de nosotros. Una bobada tras otra con el mismo fundamento que una lectura de las líneas de la mano. Los estudios controlados han demostrado que, si no cuentan con más información que la letra impresa, los grafólogos no aciertan sobre el autor de un texto más que los legos. Es decir, lo obvio. Cuando retratan a un personaje histórico por su escritura, los grafólogos dicen lo que ya todo el mundo sabe, sólo que lo disfrazan argumentando cosas como que las efes de Franco, Hitler, Mussolini, Pinochet y Stalin revelan su crueldad, y otras tonterías por el estilo. Y también hay grafólogos, como César Vidal -sí, también dice que es grafólogo-, que usan la interpretación de la escritura para insultar al enemigo político y decir de él -en este caso de José Luis Rodríguez Zapatero- que demuestra que es un «acomplejado», un «torpe para relacionar ideas», un «autoritario», un «materialista descarnado», un «receloso -e incluso envidioso- de la gente de talla»…

Nota publicada en Magonia el 6 de octubre de 2014.


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