Teresa Forcades: de monja antivacunas ‘conspiranoica’ a referente de la izquierda

La monja Teresa Forcades, durante una conferencia en 2013. Foto: Cooperativa Integral Catalana.
La monja Teresa Forcades, durante una conferencia en 2013. Foto: Cooperativa Integral Catalana.

La monja antivacunas lleva camino de convertirse en un referente ideológico en la España del siglo XXI, si no lo es ya. «Saliendo de Monserrat, tras tener una interesante conversación con Teresa Forcades sobre procesos constituyentes y actualidad política», escribía en Twitter y Facebook el 6 de julio Alberto Garzón, diputado de Izquierda Unida (IU) por Málaga. Los seguidores del político aplaudían la iniciativa y replicaban a los críticos que la religiosa tiene ideas interesantes en lo que respecta a la actual situación política y social.

En entrevistas en diferentes medios, la benedictina ha dicho últimamente cosas como que su «sociedad ideal tendería personalmente hacia el anarquismo, pero no a un anarquismo violento, ni a un anarquismo incapaz de estructurar la sociedad»; que «trabajar por la independencia (de Cataluña), aunque nos perjudicará económicamente, es una forma de valorar la diversidad»; y que ella y el economista Arcadi Oliveres han montado una plataforma que quiere «articular el malestar social, cambiar el marco constitucional. No es un partido, es una plataforma ciudadana que presentará una candidatura”. Por lo que se ve, no hay localidad catalana donde su socio y ella den mítines en la que el lleno no sea total. ¿En qué momento pasó Forcades de ser una conspiranoica a ser un posible referente político y social para cierto sector de la izquierda?

Teresa Forcades saltó a la fama en otoño de 2009 con la publicación en Internet de un vídeo en el cual, vestida con hábito, se presentaba como médico. En Campanas contra la gripe A, alertaba del riesgo de vacunarse contra la enfermedad y alimentaba la idea de que quienes, según ella, dominan el mundo podían llegar a provocar una pandemia para acabar con la mitad de la población. Los disparates de la religiosa fueron replicados con contundencia por científicos que dejaron claro que la monja se confundía, por ejemplo, cuando decía que la Organización Mundial de la Salud (OMS) había modificado la definición de pandemia para que encajara con las características de la gripe A y que también lo hacía cuando presentaba como prueba del peligro de las vacunas la contaminación de unas muestras de vacuna que mataron varios hurones. Es cierto que una compañía farmacéutica mandó por error a algunos laboratorios muestras de la vacuna contaminadas, pero el fallo se produjo en la fase de experimentación con animales y fue detectado. En su línea conspiranoica, Forcades, sin embargo, no sólo lanzaba la idea de que esas vacunas contaminadas iban a administrarse entre la población, algo completamente falso, sino que además añadía que podían haber sido alteradas intencionadamente. «Con los datos que tenemos es más probable pensar que aquí haya una mala intención que no pensar que haya habido unas causalidades casi imposibles», decía.

Entre ‘negacionistas del sida’ y creyentes en la Tierra hueca

Con su vídeo y su hábito, ascendió rápidamente a la categoría de icono del mundillo esotérico y alternativo español y, el 21 y 22 de noviembre de 2009, fue en Barcelona la estrella del II Congreso Ciencia y Espíritu, organizado por Miguel Celades, un tipo convencido de que los seres humanos fuimos creados mediante ingeniería genética por alienígenas. Forcades compartió escenario aquellos dos días con negacionistas del sida, exopolíticos, defensores de que el 11-S fue un autoatentado de Estados Unidos, creyentes en la Tierra hueca, propagandistas de la contaminación electromagnética, los chemtrails, las casas piramidales con efectos terapéuticos, el alma grupal y otras chaladuras. Tengo que admitir que nunca se me pasó por la cabeza que pudiera llegar a más ni salir de esos círculos marginales.

Por eso me sorprende que desde cierta izquierda se considere a Forcades alguien con quien hablar «sobre procesos constituyentes y actualidad política». Señores, ¡es una monja conspiranoica! Señores, ¡esta mujer cita a Dios y a «la misma madre de Dios» como fuentes de autoridad en su discurso político! El manifiesto independentista de Forcades y Oliveres es una mezcla de medidas deseables y factibles y hippismo sesentero. La monja y su socio abogan, entre otras muchas cosas, por el «derecho del pueblo de Cataluña a decidir», la «lucha decidida contra la corrupción y la eliminación de los privilegios de los políticos», la «expropiación de la banca privada», la «desobediencia a las imposiciones de la troika«, el «reparto de todos los trabajos», la «lucha contra la pobreza y la marginación», los «medios de comunicación públicos bajo control democrático», la «soberanía alimentaria» y la oposición a los transgénicos. A primera vista, da la impresión de que pretenden convertirse en los abanderados del fallido Movimiento 15-M. Quiero suponer -si no es así, amigos catalanes, lo tenéis muy crudo- que hay varios cientos, si no miles, de personas en Cataluña cuyo juicio sobre la realidad política, económica y social merece mayor crédito, y está menos influido por lo sobrenatural y la conspiranoia, que el de esta benedictina.

¿Que Forcades dice algunas cosas interesantes? No lo dudo. Seguro que también han dicho cosas interesantes en algún momento personajes como el fallecido Jesús Gil y Mario Conde, tan diferentes y tan parecidos a la vez a la monja antivacunas. Pero que alguien diga algunas cosas interesantes no es suficiente como para considerarlo un referente cuando su discurso es tan anticientífico como el de Forcades.  ¿Se imaginan que, en su momento, alguien que quisiera renovar la derecha española alardeara públicamente de haber tenido una «interesante conversación» con Jesús Gil sobre política económica y gestión de los recursos públicos?

Es de esperar que en IU se imponga poco a poco la cordura de la que ya hizo gala la formación en su última asamblea federal, cuando rechazó la inclusión en la Sanidad pública de “aquellas propuestas terapéuticas que no han demostrado ser eficaces para las diferentes enfermedades o trastornos hasta que existan pruebas sólidas que demuestren esta eficacia». Un mazazo para la homeopatía, la acupuntura y otras terapias pseudocientíficas, iniciativa del psicólogo Eparquio Delgado, que ya podían copiar otros partidos. Ojalá, la formación de izquierdas se manifieste con la misma claridad pronto contra la histeria electromagnética, la paranoia antitransgénicos, la deificación de la denominada agricultura ecológica, la antivacunación y conspiraciones varias. Y, ojalá, sus líderes y militantes se den cuenta de que nada justifica coquetear políticamente con sujetos como Teresa Forcades, por muchos seguidores que tengan y aunque digan algunas cosas interesantes.

Artículo publicado en Magonia el 15 de julio de 2013.


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