‘Prometheus’ o el fiasco de los dioses astronautas

Los exploradores de la ‘Prometheus’, en el mundo alienígena destino de su viaje.
Los exploradores de la ‘Prometheus’, en el mundo alienígena destino de su viaje.

Deseaba que Prometheus fuera a la creencia en los dioses astronautas lo que Encuentros en la tercera fase (1977) al fenómeno ovni. No lo es. Ridley Scott no ha hecho la película definitiva sobre la idea de que nos crearon extraterrestres cuyas huellas se encuentran en algunos monumentos de la Antigüedad, textos sagrados y leyendas. Prometheus es un disparate de principio a fin. Los sinsentidos e insultos a la inteligencia del espectador se suceden hasta el extremo de que parece que nadie sobrio leyó el guion antes de empezar a rodar.

Por citar sólo algunos ejemplos -si no ha visto la película y no quiere que se la revienten, salte al párrafo siguiente-, las pinturas rupestres de la isla de Skye con el mapa estelar datan, según la científica Elizabeth Shaw (Noomi Rapace), de hace 38.000 años, cuando entonces las Islas Británicas eran inhabitables al estar cubiertas por varios kilómetros de hielo; la ejecutiva de la compañía que financia la expedición, Meredith Vickers (Charlize Theron), dice, cuando ya han llegado a su destino, que se encuentran a 800 millones de kilómetros de la Tierra, lo que implicaría que ¡no han salido del Sistema Solar!; como el aire es respirable en la estructura alienígena, los expedicionarios se quitan los cascos abriendo paso alegremente a cualquier patógeno; el geólogo y cartógrafo Fifield (Sean Harris) se pierde por pasillos de la pirámide con su compañero el biólogo Millburn (Rafe Spall), quien no siente el menor interés por examinar una cabeza intacta de un extraterrestre, pero luego tonteará con un bicho serpentiforme como quien juega con un cachorrillo… Y así podíamos seguir casi hasta el infinito.

La visión de Prometheus hace añorar la maestría y simplicidad de Alien, el octavo pasajero (1979) -de la que este filme pretende ser precuela– y hasta engrandece Stargate (1994), la mediocre cinta de Roland Emmerich que dio origen a la franquicia televisiva del mismo nombre y en la que los dioses del Antiguo Egipto son parásitos alienígenas. Ya en la pequeña pantalla, y aunque hay referencias a extraterrestres en el pasado en numerosas seriesBattlestar Galactica (Galáctica, estrella de combate), Babylon 5 Star trek son las que apuntan más claramente al origen alienígena de la Humanidad. Pero seguimos esperando una película redonda sobre el tema después del multimillonario fiasco perpetrado por Ridley Scott, al que los aficionados hubiéramos agradecido que recortara fondos de los efectos especiales para destinarlos a contratar un buen guionista en vez de a Damon Lindelof, cocreador de esa vacía pomposidad llamada Perdidos.

Tras los pasos de Von Däniken

«La NASA y el Vaticano coinciden en que es casi matemáticamente imposible que podamos estar donde estamos hoy sin que haya habido una pequeña ayuda en el camino… Es lo que estamos contemplando (en la película), algunas de las ideas de Erich von Däniken sobre cómo surgieron los humanos», declaró en diciembre el cineasta británico a The Hollywood Reporter. Demostraba así estar tan confundido respecto a nuestros orígenes como Spielberg sobre el fenómeno ovni cuando dirigió Encuentros en la tercera fase. Ignoro de dónde sacó Scott la estúpida y falsa idea de una NASA creacionista; pero no me preocupó en su momento porque confiaba en que las fantasías de los dioses astronautas, de la llamada astroarqueología o paleoastronáutica, dieran tanto juego en manos del creador de Blade runner (1982) como dio la conspiranoia al Chris Carter de Expediente X. No ha sido así.

En Prometheus, la historia es esa cosa molesta que tiene que existir para unir secuencias de efectos especiales y, además, al final no se resuelve ninguna incógnita, dejando la puerta abierta a millonarias secuelas en las que aparecerán más monstruos alienígenas y sinsentidos. Por dónde puede ir el futuro, se apunta en el dossier de prensa de la película, al recordar lo que hizo Lindelof con Perdidos:

«Durante doce semanas de absoluta locura, Lindelof y el coautor J.J. Abrams consiguieron realizar un episodio piloto extraordinariamente enigmático, absurdamente incoherente y enormemente caro para ABC, en torno a los supervivientes de un accidente de avión en el Pacífico Sur. A pesar de todo ello, Perdidos ganó un Globo de Oro y un Emmy a la mejor serie dramática en su primera temporada. Lindelof concluyó Perdidos tras seis temporadas y todavía no comprende del todo lo que aquello significó».

Más claro, agua. «Extraordinariamente enigmático, absurdamente incoherente y enormemente caro» es una definición que encaja con lo que es Prometheus y, visto lo ocurrido con Perdidos, su continuación no garantiza que vaya a explicarse algo. Al contrario.

Los exploradores de la ‘Prometheus’ exploran las ruinas alienígenas.
Los exploradores de la ‘Prometheus’ exploran las ruinas alienígenas.

Reseña publicada en Magonia el 14 de agosto de 2012.


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