Cerebros reducidos

Ilustración: Iker Ayestarán.
Ilustración: Iker Ayestarán.

«La mayoría de nosotros empleamos solamente alrededor de un 10% de nuestro cerebro, si llega. El 90% restante rebosa un potencial inexplotado y un sinfín de habilidades por descubrir. Ello significa que nuestra mente opera de una manera muy limitada, y en modo alguno funciona a pleno rendimiento», explica Uri Geller en su libro El poder de tu mente(1996). La creencia no es nueva. Hay pistas que apuntan a que existe desde principios del siglo XX. Los parapsicólogos y quienes dicen tener poderes paranormales la suelen presentar como prueba de la existencia de habilidades extraordinarias agazapadas entre neuronas inactivas.

Geller sostiene que «hubo un tiempo en que gozamos de plenos poderes sobre nuestra mente», pero que, con las comodidades de la vida moderna, nos hemos vuelto cerebralmente holgazanes y «hemos ido olvidando muchas de las habilidades que teníamos. Por ejemplo, la telepatía, la levitación y la capacidad de vivir en plena sintonía con nuestro cuerpo han quedado en un segundo plano». Es lo que dice la propaganda de la Iglesia de la Cienciología: «Nosotros sólo usamos el 10% de nuestra potencia mental». Tom Cruise y sus correligionarios aseguran que podemos superar ese límite si seguimos las enseñanzas de su guía espiritual, el escritor de ciencia ficción L. Ron Hubbard.

Como una oveja

Algunas series televisivas de ciencia ficción se han hecho eco últimamente de la idea de que la mayor parte del cerebro no nos sirve para nada. Así, en la comedia juvenil Kyle XY, centrada en un adolescente superdotado de enigmático origen -carece de ombligo-, la exploración del cerebro del protagonista revela que es mucho más activo que el del resto de los humanos. En Stargate, la serie de exploradores que viajan entre mundos cruzando puertas estelares, un escáner descubre que el poder mental de un malvado alienígena se basa en que utiliza bastante más que el 10% del cerebro. Y hay anuncios de discos duros de ordenador en los cuales se alaban las bondades del producto tecnológico diciendo que es mucho más eficiente que nuestro cerebro, que «sólo usa una fracción de su capacidad».

No es de extrañar, por tanto, que mucha gente crea que nos bastaría con una décima parte de la masa cerebral que tenemos para hacer lo que hacemos, aunque sea mentira. Párese a pensar unos segundos con ese órgano del que Geller y los cienciólogos dicen que sólo utilizamos un 10%. El cerebro humano pesa entre 1,3 y 1,5 kilos. ¿Conoce a alguien que lo tenga de 130 gramos, del tamaño del de una oveja? ¿Sabe de alguien a quien hayan extirpado el 90% de ese órgano y lleve una vida normal? ¿Ha oído a algún médico decir a un paciente cosas esperanzadoras como: «Ha tenido suerte, el tumor es inoperable y mortal, pero está en la parte del cerebro que no usamos»? Me imagino su respuesta a todas estas preguntas: no.

Nuestro cerebro tiene unos 100.000 millones de neuronas, con 100 billones de conexiones entre ellas. Es el centro de mando del organismo. Lo controla todo: desde el latido del corazón hasta nuestros odios y amores. Es una máquina extraordinariamente compleja y delicada. Basta con una pequeña lesión neurológica para que la vida dé un vuelco indeseado. «Golpes en el cráneo en zonas muy concretas producen a veces grandes daños funcionales en habilidades, aptitudes o conductas», destaca en su libro La parapsicología ¡vaya timo! (2007) el psicólogo Carlos J. Álvarez, quien añade que «los estudios neuropsicológicos demuestran que no existe ninguna zona del cerebro que pueda ser dañada sin que se produzca una pérdida de alguna función mental o conductual». Por eso, los neurocirujanos determinan milimétricamente el tejido a extirpar antes de cada intervención para no dañar áreas sanas.

Un órgano caro

Los sistemas de exploración por imagen -como la resonancia magnética y la tomografía computerizada- demuestran a diario que usamos todo el cerebro; aunque no a la vez, del mismo modo que no empleamos todos los músculos al mismo tiempo. «El hecho de que no seamos conscientes de muchas funciones cerebrales no significa que no estén ahí, realizando constantemente tareas. Pensemos, por ejemplo, en el hecho de que en estado de reposo, e incluso durante el sueño, la función de almacenamiento de la memoria no deja de trabajar», explica el neurólogo Francisco J. Rubia en su libro ¿Qué sabes del cerebro? (2006). Si los científicos lo tienen tan claro, si todas las pruebas indican lo contrario ¿a qué se debe el mito del 10% y cuándo nació?

El psicólogo Barry Beyerstein ha apuntado como posible creador involuntario a su colega William James (1842-1910), quien en sus artículos de divulgación decía que el ciudadano medio rara vez explota todo su potencial mental. Otros estudiosos achacan la idea a erróneas interpretaciones de resultados científicos, así como a los gurús de la autoayuda. Lo cierto es que nuestro cerebro es fruto de millones de años de evolución y resulta difícil creer que la selección natural haya permitido que un órgano tan complejo, grande y caro de mantener alcance el tamaño que tiene para resultar inútil en su mayor parte. Porque, aunque no supone más que el 2% del peso corporal, consume el 20% del oxígeno y el 25% de los nutrientes.

Geller -quien nunca ha podido engañar a un ilusionista con sus trucos de magia que simulan habilidades prodigiosas-, los parapsicólogos y los cienciólogos dicen que los poderes paranormales permanecen latentes en la parte del cerebro que no usamos; pero es que, en realidad, lo utilizamos todo. Además, aunque fuera verdad que no empleamos todo el cerebro, de eso nunca podría deducirse que en la parte silenciosa residan poderes extraordinarios, como la telepatía, la telequinesis y la precognición. Es como decir que en la oscuridad vive el Coco.

El libro

La parapsicología ¡vaya timo! (2007): el psicólogo Carlos J. Álvarez se adentra en el mundo de lo paranormal para poner en tela de juicio las falsas creencias sobre los poderes mentales y nuestro cerebro.

Reportaje publicado en el diario El Correo y en Magonia el 30 de julio de 2008.


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