40 años de grises

Betty y Barney Hill, con su perro Delsey. Foto: Wikipedia.
Betty y Barney Hill, con su perro Delsey. Foto: Wikipedia.

«Doctor, ¿cree de verdad que los Hill fueron abducidos y llevados a bordo de un platillo volante?», preguntó en Boston un periodista de la revista Look al psiquiatra Benjamin Simon hace cuarenta años. «¡En absoluto!», respondió el médico. Semanas después, llegaba a los quioscos el número de Look del 4 de octubre de 1966, que incluía el primero de dos reportajes sobre el secuestro de Betty y Barney Hill por seres de otro mundo, pero no recogía la demoledora sentencia del psiquiatra que había tratado al matrimonio entre enero y junio de 1964. Fue la primera abducción y fijó el guión a seguir por ese tipo de historias, al igual que sus extraterrestres están en el origen del modelo canónico de tripulante de un ovni.

El alienígena actual no es el hombrecillo verde sobre el que ironizaba Fredric Brown en su novela ¡Marciano, vete a casa! (1955), en la que los invasores son unos chismosos enanos verdes que sumen a la Humanidad en el caos porque lo ven, lo oyen y lo cuentan todo. Sigue siendo de baja estatura, pero ahora es de piel gris, cabezón y con grandes ojos negros almendrados, secuestra humanos para experimentar con ellos y tiene pactos secretos con quienes, en la sombra, gobiernan el mundo. Es físicamente el extraterrestre de Encuentros en la tercera fase (1977) y Expediente X (1993-2002), el que Steven Spielberg presentó como un ángel de la era tecnológica y Chris Carter hizo descender a los infiernos. Es el ser imaginado por un matrimonio estadounidense para explicar lo que sucedió una noche de septiembre de 1961.

Viaje interrumpido

Betty y Barney Hill formaban un matrimonio mixto -él era negro y ella, blanca- en un país donde existía la segregación racial. Ella era asistente social y él trabajaba en el Servicio de Correos en Boston. Vivían en Porstmouth (New Hampshire) y, en su comunidad, eran conocidos activistas por los derechos civiles. El 19 de septiembre de 1961, regresaban a casa en coche después de haber pasado unos días en Canadá cuando vieron un ovni junto a la Luna, cerca de la cual también había una estrella. Parecía que les seguía y, por eso, detuvieron la marcha para, a pie de tierra, observarlo con prismáticos: Barney distinguió figuras humanoides a través de las ventanas de la nave. Reemprendieron viaje después de que el hombre volviera al automóvil asustado y diciendo: «¡Van a capturarnos!». Llegaron a casa de madrugada. Él estaba convencido de que aquello era un avión; ella, de que era un platillo volante como el que había visto su hermana años antes.

En los días siguientes, la mujer telefoneó a la Base de la Fuerza Aérea de Pease para informar del avistamiento, compró y leyó varios libros sobre platillos volantes, y escribió al autor de uno de ellos, Donald E. Keyhoe, militar retirado y presidente del Comité Nacional para Investigaciones sobre Fenómenos Aéreos (NICAP), para contarle su experiencia. Betty, que había empezado a tener pesadillas sobre el suceso, no hablaba en la carta de ningún secuestro, como tampoco lo hizo durante la entrevista que mantuvo el matrimonio con un ufólogo del NICAP en octubre de 1961. La abducción salió a relucir mucho después, en 1964, cuando los Hill fueron sometidos a tratamiento por el psiquiatra Benjamin Simon. El matrimonio narró entonces bajo hipnosis el secuestro por los tripulantes del platillo volante, con reconocimiento médico incluido, en una serie de sesiones, transcritas en el libro El viaje interrumpido (1966), de John G. Fuller.

Los visitantes eran cabezones, tenían piel de color «gris azulado», boca pequeña, dos orificios en el lugar de la nariz y grandes ojos que impresionaron a Barney. «Sentí como si esos ojos se metieran por los míos», dijo al psiquiatra. Y dibujo al jefe de los alienígenas con gorra y bufanda. Es el primer retrato de un gris. Lo hizo a lápiz el 22 de febrero de 1964. El doctor Simon nunca creyó que los Hill hubieran sido secuestrados por extraterrestres. Para él, la historia se había cocinado en la mente de una Betty interesada por los ovnis y obsesionada por unas pesadillas que creía basadas en hechos reales y con las que bombardeó a Barney durante meses, hasta que las incorporó a su memoria como falsos recuerdos.

Salto a Hollywood

Los extraterrestres examinan a Betty Hill en 'The UFO incident' (1975).
Los extraterrestres examinan a Betty Hill en ‘The UFO incident’ (1975).

La publicación de los dos reportajes de Fuller en Look hizo de su libro un éxito de ventas; pero la ufología de la época no se tomó la historia en serio, aunque eso sorprenda hoy, cuando algunos expertos creen hasta en experimentos de hibridación entre humanos y alienígenas. El boom de las abducciones se produjo nueve años después. A mediados de los 70, la historia de los Hill llegó a millones de estadounidenses en forma de telefilme protagonizado por James Earl Jones, en el papel de Barney, y Estelle Parsons, como Betty. La NBC estrenó The ufo incident el 20 de octubre de 1975 en horario estelar y volvió a emitirlo el 9 de septiembre de 1976. A raíz de eso, los secuestros extraterrestres se multiplicaron. El ufólogo David Webb constató en 1978 que, en los treinta años precedentes, se habían registrado cincuenta abducciones -todas ellas, denunciadas después de la de los Hill- mientras que, sólo en los dos años que siguieron al estreno de la película, se dieron cien.

Los alienígenas de la NBC -que no eran un prodigio de maquillaje, precisamente- inspiraron a Travis Walton, un joven leñador de Arizona que en noviembre de 1975 aseguró haber sido secuestrado por humanoides similares a los que capturaron a los Hill. La historia de Walton fue un fraude que reportó a su protagonista y cómplices un montón de dinero gracias a los derechos de libros y de una película, Fire in the sky (1993), que todavía programan los canales temáticos. Los raptores del leñador eran ya los clásicos grises que, dos años después, protagonizaron con sus platillos volantes multicolores Encuentros en la tercera fase y llevaron entre abrazos a Roy Neary (Richard Dreyfuss) al interior de su gran nave.

El estereotipo fue imponiéndose a sus rivales -monstruos peludos, robots, lagartos gigantes…- y, en los años 90, su reinado entre los extraterrestres fue casi absoluto. A la entronización, contribuyó Expediente X, serie de televisión en la que Chris Carter explotó la credulidad y los temores de la sociedad estadounidense a través de una pareja de agentes del FBI, Fox Mulder (David Duchovny) y Dana Scully (Gillian Anderson), que investigaban sucesos paranormales. También puso su granito de arena en 1996 la falsa película de la autopsia de un alienígena cuya nave se había estrellado en Roswell (Nuevo México) en 1947: su principal valedor en España fue el ahora novelista Javier Sierra, para quien el transistor es un invento basado en tecnología de ese platillo estrellado. Los visitantes de Carter estaban en las antípodas de los de Spielberg, quien más recientemente se ha aproximado al fenómeno con Abducidos (2002), una serie de diez capítulos en la que los grises resultan omnipresentes. ¿Pero por qué estos alienígenas son como son?

Origen de ficción

Los científicos marcianos examinan a Wilma, en 'Los hombres tigre de Marte'.
Los científicos marcianos examinan a Wilma, en ‘Los hombres tigre de Marte’.

La abducción alienígena es una actualización cultural del rapto por dioses, ángeles, demonios y hadas. El guión del secuestro por extraterrestres se fijó en 1930 en un cómic de Buck Rogers: captura e introducción en la nave, examen médico, conversación con el líder, visión de la Tierra desde el espacio y vuelta a casa. Un secuestro ovni típico puede contener todos esos componentes o dejar de lado alguno.

Los enanos verdes de Invaders from Mars protagonizaron en 1953 la primera abducción cinematográfica e introdujeron a una mujer una aguja por el ombligo durante un reconocimiento médico, como le sucedió años más tarde a Betty Hill. Los ojos almendrados que tanto impresionaron a su marido -«Nunca antes había visto unos ojos rasgados como ésos»- y que creía que le hablaban procedían de la televisión, según descubrió el estudioso del mito ovni Martin Kottmeyer. El 10 de febrero de 1964, doce días antes de que Barney citara por primera vez los ojos envolventes bajo hipnosis, unos extraterrestres con esos ojos protagonizaron ‘El escudo Bellero’, episodio de la serie The outer limits. ¿Y el ovni?

Aquella noche de septiembre de 1961 había dos luces junto a la Luna, Saturno y Júpiter, pero los Hill sólo recordaban haber visto el ovni y una estrella junto al satélite. El investigador Robert Sheaffer cree que el matrimonio tomó uno de los planetas por un platillo volante. El resto de la historia fue producto de la cultura popular, y los sueños y ansias de Betty por ver un ovni, como su hermana. Por eso nacieron los grises hace 40 años.

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Los secuestradores, en la ficción televisiva

La serie de ciencia ficción 'Stargate SG-1' convirtió a los grises de la ufología en protectores de la Humanidad.
La serie de ciencia ficción ‘Stargate SG-1’ convirtió a los grises de la ufología en protectores de la Humanidad.

Los grises secuestradores se mudaron hace tiempo de las páginas de los libros de ufología y las series dedicadas a lo paranormal -como Expediente X y Cielo negro– a las producciones de ciencia ficción como Babylon 5, Stargate, y Más allá del límite. Así, en el episodio de la primera titulado ‘El Grial’ (1994), un humano demanda judicialmente a un gris en la estación espacial Babylon 5 porque su bisabuelo fue abducido por el bisabuelo del extraterrestre.

Más recientemente, en ‘Equilibrio precario’ (2003), un episodio de la séptima temporada de Stargate, un científico de una especie alienígena aliada de la Humanidad -y que físicamente son grises- es capturado cuando secuestra humanos para experimentar con ellos e intentar salvar a su pueblo de la extinción. El extraterrestre responde al nombre de Loki, dios del fuego y los engaños de la mitología escandinava.

El mito ovni, que nació de la ciencia ficción, ahora alimenta ese género en la pequeña pantalla, como demuestra Matías Morey, presidente de la Fundación Anomalía, en un estudio publicado recientemente. El círculo se ha cerrado.

Reportaje publicado en el diario El Correo y en Magonia el 25 de octubre de 2006.